September 26, 2017

Segundo asalto

como tantas otras veces, la ironía decidió reírse en mi cara y, una vez más, demostrarme cuánto me equivocaba. Esta vez sí fue un fracaso. Esta vez, esa segunda oportunidad que pensaba incluso más imposible que la anterior, sí tuvo el final que inocentemente había considerado mejor para mí. Esta vez, sus besos no ardían, no fueron creíbles ni por un momento. Sus dedos ya no hacían saltar chispas. Sin embargo, la desilusión no me devolvió el sentido común, la obsesión sigue a día de hoy en mi cabeza. Aún le odio, por ese efecto abrumador que me sigue golpeando con solo mirarle. Y aún me odio, porque esta vez, mi error de jucio dejo tras de sí un vacío aún mayor que el de la vez anterior.

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